Entonces, estaba navegando casualmente por Internet cuando me topé con una estadística que me dejó boquiabierta y asintiendo en señal de que estaba de acuerdo: las mujeres tienen un 96 % más de probabilidades de ser interrumpidas en conversaciones con hombres. Sí, has leído bien. EL NOVENTA Y SEIS POR CIENTO. Por cierto, puedo imaginar que esta estadística también se aplicaría a las personas trans y no binarias que se presentan como mujeres.
Ahora, señoras, sé lo que están pensando. "Es sorprendente, ¿verdad? Como si no hubiera experimentado esto en primera persona un millón de veces". Y, señores, antes de ponerse a la defensiva, escúchenme. No se trata de señalar con el dedo ni de asignar culpas. Se trata de arrojar luz sobre un patrón profundamente arraigado que nos ha impedido entablar un diálogo verdaderamente equitativo.
¿Por qué están tan calladas, señoras? (No es lo que piensan)
No se trata sólo de que los hombres sean groseros o dominantes (aunque, seamos honestos, eso también sucede). Es un problema complejo que tiene sus raíces en:
- Socialización: A las niñas se les suele enseñar a ser educadas, complacientes y a evitar los conflictos, mientras que a los niños se les anima a ser asertivos y a tomar las riendas. Sorpresa, sorpresa: estas lecciones se trasladan a la edad adulta.
- Dinámica de poder: Seamos realistas, los hombres todavía ocupan más puestos de poder e influencia en muchas áreas de la sociedad. Esto puede crear una jerarquía tácita en la que las voces de las mujeres se consideran inconscientemente menos importantes.
- Sesgos inconscientes: todos los tenemos, nos guste o no. Los prejuicios profundamente arraigados sobre los roles de género pueden hacer que sea más probable que interrumpamos a las mujeres sin siquiera darnos cuenta.
Las consecuencias: por qué son importantes las interrupciones
¿Crees que una interrupción es solo una molestia menor? Piénsalo de nuevo. Estos actos aparentemente pequeños tienen grandes consecuencias:
- Asesino de confianza: Ser interrumpida constantemente puede socavar la confianza de una mujer en sus ideas y hacer que sea menos probable que hable en el futuro.
- Las voces que faltan: cuando se silencian las contribuciones de las mujeres, perdemos perspectivas y soluciones valiosas. Esas son malas noticias para todos.
- Tensión en las relaciones: ¿Siente que no lo escuchan y lo subestiman? Sí, esa no es una receta para una comunicación saludable ni para relaciones sólidas.
Romper el ciclo: un cambio de imagen de la conversación
¿Está listo para recibir buenas noticias? ¡Podemos cambiar esto! Aquí le contamos cómo:
- Despierta y percibe el sesgo: el primer paso es reconocer el problema. Infórmate y educa a los demás sobre este fenómeno.
- Escuchen, muchachos: esto es para ustedes. Practiquen la escucha activa: presten toda su atención a las mujeres, déjenlas terminar sus pensamientos y resistan la tentación de intervenir con sus propias ideas brillantes.
- Señoras, amplíense mutuamente: cuando escuchen que interrumpen a una mujer, intervengan y digan algo como: "Creo que Sarah no terminó de expresar su punto de vista". Apoyémonos mutuamente.
- Encuentra tu voz: Señoras, no tengan miedo de afirmar con educación pero con firmeza su derecho a hablar. Un simple "Disculpe, no había terminado" puede obrar maravillas.
Hablemos (sin interrupciones)
Crear un panorama conversacional más equitativo requiere el esfuerzo de todos. Si comprendemos las sutiles formas en que el género influye en nuestra comunicación, podemos construir un mundo en el que se escuche, valore y respete la voz de todos. Así que, la próxima vez que participe en una conversación, recuerde esas asombrosas estadísticas y elija ser parte de la solución.
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